No sé por qué
te empeñas
en buscar espinas
en las ramas,
en herir la piel
de la
sonrisa
tal vez sea
tu oficio
nunca está del todo
claro,
eso de andar
trinchando cueros
pero
no tienes derecho
por más
que la vida te haya castigado,
a mí también
me ha maltratado
a su manera,
y no puedes
digo,
martillar los
clavos
donde solo hay
badana
y
no tienes necesidad
o tal vez sí
la tengas
no lo sé,
de continuar
con la acidez
del amarillo
con perdón
de los limones.
Te ruego
no andes por la vida
clavando
un puñal
a la esperanza.
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