No soy de ningún siglo.
Mi época es tiempo que enhebro
segundo a segundo
entre el sol y la luna.
Tengo el amparo de la soledad
y amo los nidos ocultos en las ramas.
No soy de ningún siglo.
Vengo desde más allá del infinito
Mi infancia tuvo olor a pan,
ladrillo
barro
Mi adolescencia, el desamparo
del invierno
un camino de piedras a mitad
de la niebla.
Cada tanto, me regreso.
Cada tanto, me marcho.
Otras veces, el universo
anda por mi casa
y de pronto ella,
se vuelve un hueco
colmado de minutos por vivir
en el claro oscuro de los días.
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