abro la ventana
y la niebla
apenas deja
ver los árboles.
Me gusta la quietud
cuando aún
parte de la
casa duerme.
Busco en el agua,
en el mate
y la menta,
las palabras,
pero no las
encuentro,
solo
escucho
el ladrido quebrado
de los
perros.
Afuera
no hay
un solo
pájaro.
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