No aprendió
de la aguja, ni
la lana,
a tejer punto a
punto y
enlazar las palabras
y achicar vacíos.
Para buscar en cada silencio
de cadena,
la esperanza esquiva.
No quiso saber
de ruedos, ni costuras
de ruedos, ni costuras
pero sí de sueños
que se ocultan
que se ocultan
entre ovillos,
y en sitios aún
deshabitados
Y remendó roturas,
desenredó los hilos
con las manos
unió tramas
y que no deshilachen
y en los baldíos
cultivó una flor
y con barro
levantó una casa.
Y aunque
el desaliento
es un gigante dormido
en cada recoveco
que puede despertar
apenas
con tocarlo.
La ternura
es rumor de agua
que refresca los huecos
y los transforma
en
mañana.
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