Hay muchas voces que reclaman
pero nadie las escucha.
Porque hay un abismo,
y el vacío no es vacío
sino tsunami que se lleva todo.
Porque a veces no hay nada,
salvo el grito rotundo de la calle,
la queja de los jubilados con la mínima,
la desesperación de las madres,
la lucha de los que trabajan,
los ojos de los niños sin nadie,
el grito del hambre.
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