¿Cómo estás? Decía el mensaje
y luego continuaba,
tu turno de vacunación
se te asignó para mañana
a las catorce y treinta.
Quién podría adivinar
tiempo atrás
que un mensaje así
iba a hacernos tan felices.
Y llenarnos de algo parecido
a la paz o a la alegría
como
cuando miramos volar gaviotas
sobre un mar límpido
y calmo
bajo el cielo azulado.
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