Cuando el mundo se aísla
como si fuese un velero
en medio del océano
Y nuestras bocas se cubren,
y no pueden aferrarse
ni siquiera
a un beso,
ni a un abrazo.
Aunque insistan y nos den la consigna,
no hemos sido educados
en una de las pocas prácticas
que podría salvarnos:
cuidarse, para
salvar
a otros.
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